En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas

Vida de Juan Pablo II

martes, 22 de junio de 2010

Amor de Dios (Sor Faustina Kowalska)

"Por amor a nuestro Señor Jesucristo, nos debemos esforzar para crecer cada día mas en la santidad y en la perfección".(S. Vicente Pallotti)

Oh, grande es tu belleza, Jesús, esposo mío, flor viva, vivificante, en la que esta encerrado el roció refrescante para el alma sedienta. En ti se sumergió mi alma. Solo tú eres el objeto de mis aspiraciones y mis deseos, úneme lo más estrechamente posible a ti y al Padre y al Espíritu Santo para que viva y muera en ti. (Diario 501)

Sólo el amor tiene importancia, es él que eleva nuestras más pequeñas acciones hasta la infinidad. (Diario 502)

Oh Jesús mío, de verdad, yo no sabría vivir sin Ti, mi espíritu se ha fundido con el Tuyo. Nadie lo comprenderá bien, primero hay que vivir de Ti para conocerte en los demás. (Diario 503)

El amor inunda mi alma, estoy sumergida en el océano del amor, siento que me desmayo y me pierdo completamente en Él. (Diario 513)

Oh Jesús, haz a mi corazón semejante al Tuyo, o más bien transfórmalo en Tu propio [Corazón] para que pueda sentir las necesidades de otros corazones y, especialmente, de los que sufren y están tristes. Que los rayos de la misericordia descansen en mi corazón. (Diario 514)

El amor expulsa el temor del alma. Desde que amé a Dios con todo mí ser, con toda la fuerza de mi corazón, desde entonces cedió el temor y aunque me digan no sé qué de su justicia, no le tengo miedo en absoluto, porque lo conocí bien: Dios es el Amor y su Espíritu es la paz. Y ahora veo que mis obras que surgieron del amor son más perfectas que las obras que cumplí por temor. He puesto mi confianza en Dios y no tengo miedo de nada, me he entregado totalmente a su santa voluntad; que haga de mi lo que quiera y yo, de todas maneras, Lo amaré siempre. (Diario 589)

Deseo, Jesús mío, sufrir y arder con el fuego del amor en todos los acontecimientos de la vida. Pertenezco a Ti entera, deseo abismarme en Ti, oh Jesús, deseo perderme en Tu divina belleza. Tú me persigues, Señor, con Tu amor, como un rayo del sol penetras dentro de mí y transformas la oscuridad de mi alma en Tu claridad. Siento bien que vivo en Ti como una chispa pequeñita absorbida por un ardor increíble, en que Tú ardes, oh Trinidad impenetrable. No existe un gozo mayor que el amor de Dios. Ya aquí en la tierra podemos gustar la vida de los habitantes del cielo por medio de una estrecha unidad con Dios, misteriosa y a veces inconcebible para nosotros. Se puede obtener la misma gracia con la simple fidelidad del alma. (Diario 507)

Oh Jesús, me das a conocer y entender en qué consiste la grandeza del alma: no en grandes acciones, sino en un gran amor. Es el amor que tiene el valor y él confiere la grandeza a nuestras acciones; aunque nuestras acciones sean pequeñas y comunes de por si, a consecuencia del amor se harán grandes y poderosas delante de Dios gracias al amor. (Diario 889)

Oh Señor mío, aunque me ocupan tantas cosas, aunque esta obra está en mi corazón, aunque deseo el triunfo de la Iglesia, aunque deseo la salvación de las almas, aunque me hieren todas las persecuciones de Tus fieles, aunque me hace sufrir cada caída de las almas, sin embargo, a pesar de todo, tengo en el alma una profunda paz que ni los triunfos, ni los deseos, ni las contrariedades son capaces de perturbar, porque Tu, Señor y Dios mío, estás para mi por encima de todas las cosas que permites que sucedan. (Diario 1366)

El amor es un misterio que transforma todo lo que toca en cosas bellas y agradables a Dios. El amor de Dios hace al alma libre; es como una reina que no conoce el constreñimiento del esclavo, emprende todo con gran libertad del alma, ya que el amor que vive en ella es el estimulo para obrar. Todo lo que la rodea, le da a conocer que solamente Dios es digno de su amor. El alma enamorada de Dios y en Él sumergida, va a sus deberes con la misma disposición con que va a la Santa Comunión y cumple también las acciones mas simples con gran esmero, bajo la mirada amorosa de Dios; no se turba si con el tiempo alguna cosa resulta menos lograda, ella está tranquila porque en el momento de obrar hizo lo que estaba en su poder. Cuando sucede que la abandona la viva presencia de Dios, de la que goza casi continuamente, entonces procura vivir de la fe viva; su alma comprende que hay momentos de descanso y momentos de lucha. Con la voluntad está siempre con Dios. Su alma es como un oficial adiestrado en la lucha, desde lejos ve dónde se esconde el enemigo y está preparado para el combate, ella sabe que no está sola; Dios es su fortaleza. (Diario 890)

Oh Jesús mío, dame la sabiduría, dame una inteligencia grande e iluminada por Tu luz, solamente para que Te conozca mejor, oh Señor, porque cuanto mejor Te conozca, tanto mas ardientemente Te amaré, único Objeto de mi amor. En Ti se ahoga mi alma, en Ti se deshace mi corazón; no sé amar a medias, sino con todo el poder de mi alma y con todo el ardor de mi corazón. Tu Mismo, oh Señor, has incendiado mi amor hacia Ti, en Ti se ha sumergido mi corazón por la eternidad. (Diario 1030)

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